En la plaza mayor de Altdorf, capital del cantón suizo de Uri, a finales del siglo XIII —algo después de que la Casa de los Habsbugo se anexionara algunos territorios para ampliar sus posesiones en el alto Rin—, vivía un gusano dentro de una manzana.
El interior de aquella fruta era el lugar más tranquilo del mundo.
Pero el colérico gobernador Hermann Gessler detuvo a un campesino que paseaba tranquilo con su hijo y, por no inclinarse ante el simbólico sombrero de la Casa gobernante, le impuso pena de muerte salvo si demostraba su destreza.
El gusano casi se muere de un susto con la flecha de Guillermo Tell.
Fin