Envidia
Quiso deslumbrar a sus vecinas. Estrenó un vestido rojo que se le ajustaba al cuerpo como un guante. Se compró zapatos nuevos y pasó la mañana en la peluquería. Estaba radiante. Solo el picor del cráneo le martirizó la noche. Nadie comprendió su muerte hasta que, del pelo cardado asomaron aquellas horrendas patas negras.
Seleccionado por Diversidad literaria para su publicación.
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Despedida