1
Hoy descubrí entre sueños, en mi almohada,
versos de amor, distantes, de mi tonada.
Versos espirituales a la clemencia
de la Azucena blanca. De su paciencia
con quienes por subyacer en la demencia
sucumben al desamor y a la violencia.
Versos que perpetuaban unos amados,
tiernos y generosos ojos sagrados.
Y recordé los días que, engalanada,
cruzaba maravillosa, por Valencia
nuestra Señora de los Desamparados.
2
Rememoré al niño bienaventurado
meciéndose con la cruz glorificado.
Y el manto que le pintaba con colores
en cuanto la primavera, en sus albores,
los aires emborrachaba con olores
maravillosos, de sus primeras flores.
Los días embriagadores de mi infancia
volvieron a cautivarme a la distancia.
Entonces atesoré, regocijado,
los versos que me rondaban, sin rubores,
dispuestos a mi versar en consonancia.
3
Así, de los laberintos de mi mente,
surgieron estas estrofas dulcemente.
Estrofas que con amor, en mi paleta,
se fueron agigantando con discreta
y plácida lentitud. Y que completa
el alma me transparenta de poeta.
Que todo mi peregrino pensamiento
se cubra con tu memoria y mi contento.
Y pueda rememorar de mi presente
por siempre tu resplandor, geperudeta, (1)
con todo mi corazón y sentimiento.
————–
(1): Jorobadita: referencia popular y cariñosa a una particularidad de la imagen valenciana.