Parece que no miran, tus ojos, cuando mientes
como si me quisieran decir cuánto lo sientes.
.
Encorvas, sin notarlo, los arcos de las cejas
allí donde se extienden difusas, azulejas,
las sombras misteriosas que intencional manejas
para cubrir tus noches, al parecer, complejas.
.
Se mueven tus pestañas como alas soñolientas
buscando apresuradas las ventanas a tientas.
.
Entonces, cien puñales me hieren, concluyentes,
y sangran mis heridas sin pronunciar sus quejas
porque, a pesar de todo, te quiero aunque me mientas.
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