A ti, reina inclemente, que despacio
me doblegas de forma caprichosa
y excesiva. A ti implacable diosa
que ordenas en mi tiempo y en mi espacio.
A ti, brutal deidad, yo no te ruego
aunque de tu virtud tan fácil presa
sean mis energías. Mi certeza
es la de conseguir burlarte el juego.
Porque no puedo darme por vencido
ni aún vencido, mientras un sueño tenga
y este fuego conserve enardecido.
Ya que no hay fuerza que mi voz detenga
en tanto que la letra que decido,
sucedida mi muerte, se sostenga.
me encanto……
Gracias María Rosa, a medida que los años pasan es un magnífico consuelo.